Mi corazón
se detuvo
cuando supe que ibas a huir,
miré hacia el cielo y lo vi llorar
derramando sus lágrimas sobre mí.
Sé que te
vas a ir,
y sé que me tengo que quedar,
sé que no vas a volver
y no te puedo culpar;
nunca cumplí mis promesas,
aquello que dije te iba a dar,
y no hablo de riqueza, fama o gloria,
sino a alguien a quien amar.
Me senté a
escribir un poema
con la esperanza de ver a tu amor renacer,
pero no hay palabras que puedan reemplazar
lo que con hechos olvidamos hacer.
Tenés el
derecho a irte,
y yo la resignación de esperar;
pero aunque te vayas,
aunque vuelvas a empezar,
no me pidas que renuncie,
que olvide lo que quedó atrás;
voy a dejar que partas,
pero sólo dame el derecho,
el privilegio, la caridad,
de que sin importar el tiempo que pase,
nunca, jamás, tendré que dejarte de amar.
Sé que te
vas a ir,
y sé que me tengo que quedar,
sé que no vas a volver
y jamás te voy a olvidar;
nunca cumplí mis promesas,
aquello que me apresuré a jurar,
y no hablo de riqueza, fama o gloria,
sino lo que el dinero no puede comprar:
un beso, un abrazo, una caricia,
alguien a quien amar.
Lucas Berruezo